domingo, 8 de noviembre de 2015

El pequeño traidor que habitaba en su corazón



Una semana mas tarde, después de una increíble noche de amor, ahí estaba de nuevo Luna perpleja, no alcanzaba a comprender lo sucedido, ella al igual que millones de otras mujeres no entendía porque él no llamaba después de la bella noche.

La seducción que preparaba el camino a la cama había sido perfecta, tanto él como ella habían llevado el ritual a la perfección, el vino había elevado sus espíritus, las manos se habían deslizado plenamente sobre la piel, los labios llenos de palabras dulces y miel, jugueteaban traviesamente y sin descansar, el acople apasionado, candente, un murmullo rítmico de voces guturales y canciones secretas, los sexos convertidos en selva tropical llovían y llovían.


A la madrugada, Él emprendió la partida, Luna amorosa, preparó su kikuyo: manzana, yogurt, granola, galletas agua, y un recito, "que la comida le alimente el cuerpo, el alma, el corazón, que tenga un buen viaje, un buen día". Y así a la madrugada, le entrego un beso de despedida y le miró partir.

Seguro la historia mas predecible del mundo, "y él desapareció para siempre, no volvió a llamar, ni enviar ningún mensaje ni aparecer". La mayoría de los hombres, conjuntamente con un buen número de las mujeres que han tenido la desgracia de conocerlos, seguro dirán; "es que ya tuvo lo que quería" y culparan a Luna por darle lo que "quería" demasiado pronto.

Para Luna, esos hombres que andaban por el mundo conquistando mujeres hasta "obtener lo que quieren", siempre le habían resultado incomprensibles y dignos de pena, en verdad solo quieren eso? ¿un cuerpo de mujer, una sola noche? ¿Es que se es posible ser tan pobres de ambiciones? El cuerpo de una mujer, es apenas una primera barrera, la conquista mas burda, la casi no conquista. Conformarse con eso, es tener nada, como agua entre los dedos, una mujer completa es un tesoro, ir tomando capa a capa su mente, su inteligencia, su corazón, descubrir sus infinitos, ese es el reto, el triunfo. conformarse con su cuerpo, con una noche, es de pobres, de borregos cómodos con el sistema y su situación. El tirano que habitaba en el corazón de este hombre era cruel, ya lo había dejado sin la esposa tierna de voz dulce que cantaba, cantaba y le recreaba, le había dejado sin aquella ninfa rubia de voz profunda de blussera que con sus ojos azules y su melodía misteriosa lo había encantando, habia perdido a la guerrera hermosa de mirada fiera, curvas inmisericordes cuya valentía era apenas igualable a su habilidad en la cocina. Las mujeres mas bellas, las que mas había anhelado en sus sueños, se habían encarnado en su vida, el tirano de su corazón había sido tan cruel con él, que había permitido que él las rozara, para perderlas nuevamente y dejarlo aullando a la nada,



Al pensar nuevamente en la desaparición del amante, Luna volvió a tener pena por él, era claro que ella era perfecta, que en ella no había error, era claro que era él quien no quería ser feliz, quien era esclavo de un amo despiadado en su mente, ese pequeño traidor que él llevaba adentro, no le permitía quedarse en los brazos de Luna, ese traidor, le latigeaba, le permitía desear, acercarse a la bella, a su belleza y ternura, y luego lo castigaba, obligándolo a dejarla, a someterse al pensamiento de pobre, de baja autoestima, que no se cree capaz de merecerse lo mejor de tener aquello que tanto desea, por lo que tanto ha trabajado.

Por otro lado, siempre existía la posibilidad de que existía la posibilidad de la presencia de otra mujer, pero para Luna eso también era difícil de entender, por que si él quería a otra, la había buscado a ella? Es que él era un asqueroso mujeriego mas y nada mas que eso'

Posiblemente la respuesta mas siempre era que él tenia unos gustos y unas preferencias en los que Luna no cabía. Eso era bastante razonable y nuevamente el conflicto no estaba en Luna, solo que a ella le hubiera apetecido una manera mas ¿amable? de despedirse que la desaparición.

Claro que ante la situación ahora le quedaba a Luna las posibilidades de acción: ¿que hacer? Luchar y transformarse por ser del gusto del abandonador? NOO, ¿Pelear y esforzarse por desplazar a la rival? NOO, ¿llamarle a preguntar porque desapareció? Tal vez, pero la verdad, Luna tenía pereza y se le hacia que finalmente el tipo no valía la pena. Así que, a sacudirse y a otra cosa mariposa.




lunes, 26 de enero de 2015


Solo a un tonto le sorprenderían los cambios de Luna, si en su nombre venía explicito sus cambios, en cuarto creciente todo era felicidad, al finalizar el cuarto menguante la lluvia caía y el invierno anidaba en el corazón, para luego retirarse dando paso al disco bello y brillante iluminate de la noche de todos. 
Obvio que en Luna, lo único permanente era el cambio, por eso, al inicio de la luna nueva , ella cayo en cuenta que habia mentido, lo habia echo con maldad, premeditación y alevosia.

La mujer habia mentido con el mismo cinismo con que mentían los hombres, igualito como esos ex-amores perversos le habían mentido a ella para enamorarla.

A sus amores, Luna les decía la verdad, les escribía largas y crueles cartas, en donde cada palabra era cierta, ella nunca se dió cuenta que esto había sido siempre su ultimo acto de amor por ellos. Como suele ser la verdad, esta dolía, picaba, incomodaba y sobre todo daba la oportunidad del cambio, de ser mejores, de poder caminar hacia momentos de felicidad consolidados

Pero a él, a ese maldito hombre lobo perverso, ella le mintió, sin darse cuenta al principio, es que se estaba mintiendo a ella misma, habia sido su autodefensa, su autoengaño, ya que la verdad la desgarraba a ella también. Asi que escribio para ambos una carta hermosa, poética, inspirada, de dulces palabras, con inmerecidos piropos. Luna fue feliz cuando la escribió, cuando la envio y cuando vió que él habia sido tocado por sus palabras.

Obvio que el diablo viejo olió el mensaje con desconfianza, como un perro cuando piensa que le dan un pedazo de carne envenenada, sin embargo al final se trago la carta y las palabras tocaron su ser.

Veintiocho días mas tarde, con la luna llena en el cielo, la verdad llego a ella, el autoengaño se derrumbo, las lagrimas rodaron por las mejilla y la princesa cayo en cuenta que le había mentido a él, que había sido perversa: le había escrito bella mentiras,  le había quitado a él la oportunidad de reflexionar, de sentir el mundo a travéz de la piel del "otro",  lo había inducido a él al error, de pensarse perfecto y deseado, quitandole con eso el chance de cambiar. 

Ahora el pobre perro viejo, pensaría que él es perfecto como era, y se quedaría condenado a seguir en ese mismo pellejo, en el cual habia hecho tanto daño y en el cual se habia hecho tanto daño a si mismo, como para transcurrir su contidianidad en miseria, alejado de las amadas de su corazón,  condenado a vivir en una terraza fría sobre la montaña aullandole a la luna.